La Carta abierta de Ernesto Sábato a Diego Maradona
“Firme, pues, Diego, no desmaye. Esté junto a sus camaradas. He vivido el amor de equipo en mis tiempos. Y si puede seguir jugando, no deje de hacerlo”, leé la carta Ernesto Sábato, en 1994, tras el Mundial.
“Estimado Maradona:
Antes que nada le agradezco a usted y sus compañeros por traerme la copa a mi modesta casa y no a la casa de Gobierno. Lo que me pareció excesivo porque es un honor que muchas personas merecerían.
Comprendemos todo lo que usted está sufriendo, alguien surgido de un barrio humilde para llegar a ser un ídolo universal. Y no simplemente por habilidad física. En mis tiempos de estudiante de la Universidad de La Plata fundada por un gran humanista, era obligatoria la práctica de deportes. Y jugué con pasión lo que considero el deporte más hermoso: el fútbol. También lo hizo el gran escritor francés Albert Camus, Premio Nobel.
No, no es simple habilidad corporal. Un gran campeón como usted es la mejor prueba: se necesita talento, inspiración, rapidez mental, perseverancia. Y, claro, fortaleza física y espiritual.
No caiga en el abatimiento porque son infinitos los que lo admiran, como admiramos en este campeonato a los demás muchachos que casi seguramente habrían logrado el triunfo final si no hubiese habido gente que trató de evitarlo.
Es una pena que haya tomado un estimulante pero debe haber muchísimos que lo hicieron. Qué casualidad que desde el vamos lo denunciaron a usted…
Sus admiradores y admiradores de los demás integrantes de ese magnífico equipo no lo abandonarán. nadie, que no sea un despiadado o un enemigo podrá insultarlo ya que todos los seres humanos tenemos culpa de algo.
Y debemos tener presentes las palabras de Jesús cuando los maestros de la ley mosaica le trajeron a una mujer adúltera para ser muerta a pedradas. “El que no tenga pecado, que lance la primera piedra”.
No digo estas palabras por patrioterismo: lo diría de cualquiera que pasase por esta clase de infortunio y cualquiera fuera su nacionalidad.
Firme, pues, Diego, no desmaye. Esté junto a sus camaradas. He vivido el amor de equipo en mis tiempos. Y si puede seguir jugando, no deje de hacerlo”.
Ernesto Sábato – Santos Lugares – 6 de julio de 1994.
